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La Planta
Podemos considerar las plantas como una máquina térmica. La energía es abastecida por el sol y usada por las plantas para ejecutar los procesos químicos de la fotosíntesis, sintetizando la materia orgánica de las plantas por la conversión del dióxido de carbono del aire y de los elementos químicos en solución absorbidos por las raíces.

La energía también es usada para absorber el agua y nutrientes del suelo por la planta. El sol hace con que las hojas transpiren, lo que provoca un desequilibrio hídrico de los tejidos de la planta y, consecuentemente, resulta en la absorción de la solución del suelo para volver al equilibrio.

Apenas una fracción del agua "bombeada" por las raíces es usada en la formación de los tejidos vegetales. Una mayor cantidad es usada para retirar del suelo los productos químicos que la planta necesita. Así, un suelo que tenga cantidades suficientes de nutrientes requiere menor gasto de agua.

En caso de existir exceso de nutrientes en el suelo y poca agua, la solución del suelo será más concentrada que la de las plantas y la planta morirá por la presión osmótica del suelo, que retirará el agua de las plantas. Si, por otro lado, hubiera exceso de agua y pocos nutrientes, la planta absorberá grandes cantidades de agua sin obtener todos los nutrientes que necesita y teniendo, por lo tanto, un crecimiento reducido.


El equilibrio entre los nutrientes, el aire y el agua en el suelo es vital para obtener buenas cosechas.

Movimiento del Agua en el Suelo

El agua y las sales minerales están en constante movimiento en el suelo. Ellos emigran de las zonas de menor gradiente para las zonas de mayor gradiente hasta alcanzar el equilibrio. Así, durante las horas de mayor calor de los días de verano, las raíces extraen agua y nutrientes del suelo a su alrededor mientras a la noche, cuando paran de absorber el agua, el suelo tiende a uniformizar nuevamente para equilibrar los gradientes de concentración.
Así, decimos que las plantas son las que promueven los movimientos de agua y nutrientes del suelo, siendo que la gravedad, la tensión superficial, la evaporación y la condensación, las presiones hidráulicas y la fricción controlan los movimientos del agua en el suelo.

Normalmente, la gravedad y la tensión superficial fuerzan a un equilibrio: mientras la gravedad fuerza el agua hacia bajo, la tensión superficial fuerza el agua a quedarse donde está y hasta subir.

De esa forma, cuando las raíces absorben la humedad del suelo, provocan una diferencia de gradiente, y el agua de las regiones vecinas migra para la retomada de la homeostasis del sistema, provocando un direccionamiento de la humedad para la zona de las raíces. Este movimiento es lento y, normalmente, más demorado que la extracción del agua por las raíces.

En ese sentido, podemos tener temporalmente en los horarios de pico de transpiración una falta de humedad en la zona radicular, aunque el área alrededor parezca estar húmeda.
Con eso, se puede afirmar que un buen sistema de irrigación debe comenzar siempre que la zona radicular estuviera susceptible a entrar en el nivel de estrés temporario, lo que normalmente ocurre en los horarios de pico de calor.

De estos factores, se desprende dos importantes informaciones:

1) La fertiirrigación debe ser realizada al final de la tarde, pues, como las plantas paran de absorber agua del suelo en la noche, habrá tiempo suficiente para que los movimientos de los nutrientes en el suelo conduzcan equilibrio, esparciendo mejor los abonos.
2) La irrigación, si el sistema seleccionado permite, es más eficiente en los horarios de pico de insolación, pues evitan estreses temporarios en la zona radicular.

Una Irrigación Inteligente

Una irrigación es inteligente cuando maneja el agua disponible de modo a mantener la humedad del suelo en un nivel óptimo.

Caso la humedad no sea mantenida en niveles óptimos, se puede tener dos alternativas:

a) En exceso: Si hubiera limitación del agua disponible, dejamos de irrigar más áreas con la misma disponibilidad.
b) En falta: Las plantas no desarrollan todo su potencial.

Para obtener un buen control de la humedad del suelo es necesario tener aparatos que indiquen los valores obtenidos y programas de irrigación basados en estos controles. Partiendo de un control eficiente de la humedad, veremos que los ciclos de irrigación varían mucho en el espacio y en el tiempo, como también varían las cantidades de agua a estar disponibles por ciclo. 

La irrigación convencional se caracteriza por tener un ciclo de riego definido, con una cantidad fija y predeterminada de agua a ser utilizada, siendo estos parámetros definidos por el promedio de los gastos previstos para el cultivo. Este procedimiento provoca falta de humedad en los horarios de pico de transpiración, y exceso de agua en los períodos de menor transpiración.

La irrigación inteligente se caracteriza por liberar cantidades diferenciadas de agua con intervalo

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