El injerto: cómo hacerlo


El injerto es uno de los sistemas de propagación más populares debido a que las plantas que provienen de injertos florecen o frutecen más temprano que las originadas por semillas, y además son una copia exacta de su progenitora, lo que con frecuencia no ocurre con los frutales sembrados de semillas. Otra ventaja es que las plantas son más pequeñas y mejor formadas, y por ende ocupan menos espacio. Además su producción es mayor por planta.

Un injerto no es más que la inserción de una o varias yemas (retoños) de una planta en el tallo  o una rama de otra, que recibe el nombre de patrón. Para que sea posible es necesario que ambas plantas sean de un mismo género por lo menos. Por ejemplo para injertar naranjas, mandarinas o chironjas, se usan patrones de naranja agria o de otro cítrico, pero es imposible injertarlas en patrones de guayaba. Hay muchas clases de injertos.


El más sencillo de todos es el de aproximación, que consiste en juntar dos ramas, una de la planta que se quiere obtener y otra del patrón, removiendo previamente la corteza de ambas en la zona donde se hará contacto. Este injerto se utiliza en la propagación de plantas que son difíciles por otro sistema, como el níspero por ejemplo. El más popular de los injertos es el de escudete o de yema, que consiste en la inserción de una yema de la planta deseada en un patrón compactible. Se usa mucho en rosales y cítricos. 


Otro muy generalizado es el de púa, utilizado en la propagación de frutales (mango, aguacate, etc.). El patrón debe ser decapitado y el injerto que es una ramita con varias yemas, se inserta en una hendidura practicada en éste. Más complicado que los anteriores es el injerto de corona, utilizado por los profesionales para renovar plantas viejas, frutales en su gran mayoría.


Para que un injerto “prenda” ambas plantas deben de estar en optimas condiciones: el patrón debe de estar “en savia”, la corteza debe levantarse con facilidad y la parte leñosa al descubierto debe presentar una superficie húmeda o jugosa. Por su parte la yema o injerto debe provenir de una rama vigorosa, expuesta al sol. Los injertos pueden amarrarse con cintas plásticas. No es indispensable que sean especiales. En el injerto de yema la misma podrá ser removida en un plazo comprendido entre 7 a 10 días. Este período es suficiente para que el injerto haya prendido o fracasado. Si ocurre esto último, se debe repetir el proceso.

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